Las plantas carnívoras crecen en suelos pobres y pantanosos, usualmente, con poco nitrógeno, nutriente que obtienen de los insectos y artrópodos que atrapan. Evolutivamente han podido modificar sus órganos o desarrollar diferentes estrategias para atrapar a sus presas para sobrevivir. En algunos casos secretan sustancias pegajosas que hacen que los insectos queden adheridos. En otros, pueden tener hojas móviles que se cierran ante la llegada de alguna presa. Algunas especies desarrollan hojas en forma de cuenco, donde acumulan agua para ahogar a sus víctimas y, otras, tienen órganos succionadores para absorber pequeños animales.