Los pies son elementos de nuestra anatomía, fundamentales para el desenvolvimiento diario de nuestras actividades cotidianas...
NUESTROS PIES
Los pies son elementos de nuestra anatomía, fundamentales para el desenvolvimiento diario de nuestras actividades cotidianas y para la práctica deportiva; cualquier alteración en su morfología puede disminuir su rendimiento.
Su estructura permite, a través de sus arcos (arco plantar y arco metatarsiano), distribuir las cargas y/o peso del cuerpo en forma uniforme a aquellos lugares de su anatomía preparados a tales efectos. La función más importante de los pies es mantener el apoyo necesario de todo el cuerpo, al estar parados, al caminar o al correr.
Su forma arqueada y especialmente articular les configura, entre otras, dos importantes funciones, la de absorber y amortiguar las vibraciones y golpes que se producen a cada paso y la de activar la circulación sanguínea al comprimirse por el peso del cuerpo y a la vez contraerse al dar el paso.
Si los pies fueran planos, es decir poco o nada arqueado, o cóncavos con mucho arco, el riesgo de sufrir daños en las rodillas, caderas y columna, sería más elevado. Como dato accesorio, basta recordar que al estar parados descargamos una vez nuestro peso, al caminar 1,1 vez nuestro peso, al correr 2,5 veces nuestro peso y al saltar dicho valor se eleva a 6 veces nuestro peso.
La podología a través del tiempo ha permitido establecer tres tipos de pie: el pie griego, en el que el dedo gordo sobresale como el más largo, siguiéndole el resto de los dedos en forma proporcional con respecto al largo de los mismos; el pie egipcio, en este caso el dedo más largo es el segundo; y el pie cuadrado, en el que todos los dedos del pie presentan uniformidad con respecto a su largo. Nuestros antepasados, que andaban generalmente descalzos, desconocían los trastornos por ejemplo del pie plano, porque se desplazaban sobre superficies rocosas, arenosas, terrosa, etc., que acompañaban la normal forma del pie.
En la actualidad, el predominio de superficies lisas y duras y la utilización de un calzado inadecuado, conlleva, en muchos casos, a que se produzcan lesiones articulares.
El calzado, a través de la historia, ha sido generador de infinidad de anomalías producidas principalmente por su mal uso, incorrecto diseño, materiales inadecuados y erróneos criterios de elección fundados quizás en el desconocimiento. Los zapatos de tacones altos y estrechos modifican la estructura de los pies, trasladando los puntos naturales de apoyo y gravedad. Esta modificación no sólo genera molestias leves o severas en los pies (juanetes, dedos en martillo, callos, durosidades) sino que repercute en rodillas, caderas y columna. Este tipo de calzado afecta el talón de Aquiles y crea una presión excesiva en la parte delantera del pie. Andar sobre tacones desplaza el cuerpo hacia adelante y obliga a los dedos y al antepié a soportar todo el peso, provocando dolor y daño en estas extremidades.
El avance de la ciencia y de la tecnología ha permitido la confección de un calzado adecuado a las necesidades y a las diferentes exigencias a las que se ven sometidos nuestros pies, ya sea desde el punto de vista deportivo y/o de uso diario.
Descripción del pie
Mientras que cada pie tiene 26 huesos, solamente uno menos que cada mano, es mucho menos flexible y móvil que la mano. Los huesos del pie son más grandes y más planos que los huesos de la mano; su disposición combinada con la presencia de ligamentos poderosos, permite que los huesos se muevan con menos libertad, pero facilita la función del pie, que es soportar el peso y propulsar el movimiento. A pesar de la falta de movilidad, el hecho de estar formados por muchos huesos hace que los pies sean flexibles, de modo que se puedan mover con comodidad tanto sobre superficies lisas como rugosas.
Esta constituido por 26 huesos, 33 articulaciones, 19 músculos, numerosos vasos sanguíneos, nervios y más de 100 tendones, que son los elementos que permiten a los pies realizar sus seis movimientos fundamentales: flexión, extensión, aducción, abducción, pronación y supinación. Pero la cualidad que más sorprende de esta estructura tan dinámica es su capacidad para adaptarse cómodamente a todos los terrenos que pisa. Y esta facultad se debe, posiblemente, a las complejas interacciones bioquímicas que se producen entre las distintas articulaciones y los músculos que enlazan el pie y la pierna. El calzado permite que esta adaptabilidad de los pies se incremente, aunque también ha supuesto un aumento o exacerbación de los problemas que sufren los pies: rozaduras, hinchazón, ampollas, callosidades e infección por hongos.
Con respecto a su composición se puede agregar que el talón y el dorso del empeine están formados por siete huesos tarsianos cortos y gruesos; cinco huesos metatarsianos paralelos forman parte frontal del empeine y se extienden hacia la parte delantera del pie para formar la eminencia metatarsiana. Los dedos están constituidos por catorce falanges mas pequeñas; el dedo gordo tiene dos y los demás tienen tres cada uno. Todos los huesos están conectados a través de bandas de tejido que reciben el nombre de ligamento; el ligamento plantar se extiende desde el hueso del empeine hasta los metatarsianos y mantiene a todos los huesos en su sitio, los movimientos del pie están controlados por los músculos de la pierna.
Cuidado de los pies
El calor favorece la transpiración y, bajo ciertas condiciones, retiene la humedad, condición propicia para la proliferación de hongos y bacterias, estas últimas causantes del mal olor. El calor puede ser tremendamente cruel con los pies en verano si no les prodigan los cuidados que merecen; los que no sólo se limitan a una buena limpieza sino también a saber elegir el calzado que más conviene.
Cuidado de los pies en los diabéticos
Las personas diabéticas deben ser muy meticulosas en el cuidado de sus pies. Se sugiere, sobre todo en ellos, una adecuada ventilación ya que el calor aumenta la proliferación de bacterias que pueden generar heridas en los diabéticos. Las cortaduras en los pies de los pacientes diabéticos tardan mucho tiempo en cicatrizar, y pueden generar complicaciones. En caso de usar medias, hay que evitar que presionen demasiado el pie para que no afecten la adecuada circulación sanguínea. Un importante beneficio del uso de plantillas anatómicas en personas diabéticas es que ayuda a eliminar las sobrecargas en los puntos de apoyo del pie. Se recomienda masajes para ayudar a que no se atrofien ligamentos y articulaciones.
Cuidado de las uñas
Para evitar las uñas encarnadas, que son aquellas cuyos bordes se incrustan en la piel y causan mucho dolor, hay que cortarlas rectas sin redondear los bordes. La uña debe sobresalir ligeramente del dedo para protegerlo de la presión y de la fricción. Para suavizar la uña cortada hay que usar después una lima de cartón simple. De ser necesario, recurrir al podólogo para evitar que avance y tenga repercusiones mayores.
Juanetes
Los juanetes también son deformaciones óseas producidas en los pies. En el caso de los juanetes es necesario diferenciar si obedecen a un mal congénito o adquirido por un mecanismo externo, como por ejemplo el empleo de zapatos demasiado apretados que comprimen el pie. Con el paso de los años el calzado incorrecto puede llegar a deformar el pie y los dedos.
Callos y durezas
Son capas de células muertas y compactas y su función es proteger los pies. Se producen como consecuencia de la fricción y presión de la piel con los zapatos. Son más frecuentes en las damas por usar tacones altos y calzados demasiado ceñidos. Los pies más delicados y sensibles, sin duda, son más proclives a formar callos.
