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El cerebro humano: Un órgano complejo y enigmático

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Forma parte del Sistema Nervioso Central (SNC), pesa poco más de un kilo y medio y recibe, aproximadamente, un 25 por ciento de la sangre total que bombea el corazón.

 

El cerebro es un órgano esencial para la vida. Además de las funciones vitales (como la respiración), todas nuestras emociones, sensaciones y aquello que conforma nuestra personalidad y nos hace únicos está regulado por este órgano, el más complejo del cuerpo humano. Se denomina, en realidad, encéfalo y es la parte principal del Sistema Nervioso Central. El cerebro, el cerebelo y el tronco encefálico son algunas de las partes que conforman el encéfalo y trabajan juntos para regular diferentes aspectos de nuestro funcionamiento físico y mental.

 

 

El cerebro es la parte más grande del encéfalo y es responsable de controlar el pensamiento consciente, la memoria, el movimiento y la percepción sensorial, entre otras funciones. Se divide, mediante un surco profundo, en dos hemisferios, cada uno de los cuales controla un lado del cuerpo. El hemisferio izquierdo controla el lado derecho de nuestro cuerpo y, el hemisferio derecho, el lado izquierdo. En cada hemisferio, el cerebro se divide en cuatro lóbulos: frontales (controlan el movimiento voluntario, el habla y el intelecto, y juegan un papel importante en la memoria y la personalidad), parietales (reciben e interpretan la información sensorial, lo que nos permite comprender nuestro entorno y el estado de nuestro propio cuerpo), temporales (ayudan a recordar palabras o lugares en los que hemos estado, a reconocer a las personas y a comprender el lenguaje e interpretar las emociones de otras personas) y occipitales (permiten detectar e interpretar la información visual y controlan cómo procesamos las formas, los colores y el movimiento).

 

 

El cerebelo está situado en la parte posterior de la cabeza, debajo de los hemisferios cerebrales, y es la segunda estructura más grande del encéfalo. Juega un papel importante en la coordinación motora, el equilibrio y, también, contribuye al aprendizaje y perfeccionamiento de los movimientos.

El tronco encefálico conecta el cerebro con la médula espinal y se encuentra en la parte inferior del cerebro. Es responsable de regular las funciones corporales básicas como la respiración, la frecuencia cardíaca, la presión arterial, los ciclos de sueño y vigilia y la deglución, funciones esenciales para la vida, que no están bajo nuestro control consciente. Está formado por el mesencéfalo, la protuberancia y el bulbo raquídeo.

El tálamo y el hipotálamo están situados en la zona central del cerebro, justo por encima de la parte superior del tronco encefálico. Son estructuras que tienen mucho que ver con la percepción, el movimiento y las funciones vitales del cuerpo.

El hipocampo está situado en la parte interna del lóbulo temporal. Su nombre proviene del latín hippocampus que, a su vez, viene del griego hippos (caballo) y kampos (nombre de un monstruo marino mitológico) y se llama así porque su forma recuerda a un caballito de mar.

La amígdala es una estructura cerebral situada en el interior de los lóbulos temporales, encima del hipocampo. Se compone de dos núcleos, uno en cada hemisferio.

 

Superalimentos que lo potencian

 

 

La remolacha ayuda a mejorar el flujo sanguíneo al cerebro, optimizando el rendimiento mental. El ajo ayuda a evitar algunas formas de cáncer cerebral. Las naranjas protegen el deterioro cognitivo asociado a la edad y la enfermedad de Alzheimer. Las yemas de los huevos son una fuente increíble de colina, un precursor de la acetilcolina, un neurotransmisor involucrado en ayudarnos a recordar cosas.

 

 

La cúrcuma alivia la depresión ya que aumenta la serotonina y la dopamina, mejora el estado de ánimo y ayuda a las nuevas neuronas a crecer. Las lentejas contienen folato, una vitamina B que aumenta su potencia y juega un papel importante en la disminución de los niveles de aminoácidos que pueden afectar su funcionamiento. Las semillas de lino son la mejor fuente de ácido alfa-linolénico (ALA), una grasa saludable que mejora el funcionamiento de la corteza cerebral, el área del cerebro que procesa información sensorial como el tacto y el gusto. Las semillas de chía favorecen el funcionamiento de las neuronas y mejoran la actividad cerebral. Los arándanos y el aceite de oliva mejoran la memoria, el aprendizaje y las funciones cognitivas.

 

 

El pescado es una fuente rica en fósforo y ayuda a proteger tanto la capacidad cognitiva como la memoria. Los frutos secos aportan muchos minerales y vitaminas. Gracias la presencia de minerales, vitaminas, pigmentos y fitonutrientes, incluyendo potasio, manganeso, zinc, magnesio, hierro y calcio, las espinacas ayudan a mantener la conductividad eléctrica del cerebro. El ácido fólico de la calabaza ayuda a mantener la mente despierta y ágil y mejorar la memoria y el procesamiento de la información.

 

 

El brócoli protege el cerebro tras una lesión. Teniendo en cuenta que el agua es responsable de más del 85 por ciento del peso del cerebro, estando adecuadamente hidratados ayudaremos en el crecimiento de su volumen. La palta se destaca por su alto contenido en vitamina E y posee propiedades antioxidantes que ayudan a prevenir su envejecimiento y deterioro precoz. El tomate reduce el riesgo de derrame cerebral y, finalmente, el cacao, siempre consumido con moderación, aporta a la salud de nuestro cerebro, ya que sus antioxidantes evitan el envejecimiento prematuro del organismo y el mantenimiento de las habilidades cognitivas.

 

Curiosidades

 

 

Utilizamos casi el 100 por ciento del cerebro en todo momento, pero muchas personas siguen pensando que no empleamos más de una décima parte. El cerebro permanece ocupado incluso cuando no hacemos nada. De hecho, hasta controla funciones inconscientes como la respiración y el latido del corazón. Las tecnologías de imagen testimonian que su actividad es intensa, hasta en lo más profundo del sueño, en el que se implican gran número de zonas cerebrales.

 

 

La oxitocina es una hormona producida en el hipotálamo y secretada por la glándula pituitaria posterior que controla nuestros sentimientos y emociones. También es responsable de nuestras conductas prosociales como la empatía, la amistad y el amor. Se ha descubierto que incrementa nuestra atención hacia la información social y emocional de nuestro ambiente y nos guía hacia determinados estímulos para procesarlos como significativos y poder recordarlos e interpretarlos.

 

 

A pesar de que es el órgano encargado de detectar este estímulo en el resto del cuerpo, es inmune a sentir dolor. Esto se debe a la carencia de nociceptores o receptores del dolor. Ante esta idea queda descartada la relación entre dolor de cabeza con el cerebro pues lo que, en realidad nos duele, es el tejido que lo rodea, así como los vasos sanguíneos circundantes, al sufrir una dilatación.

 

 

Dormir menos de 7 horas al día provoca una reducción en su volumen cerebral y una disminución en el desempeño cognitivo, como consecuencia de un envejecimiento más rápido del sistema nervioso. El proceso se produce de una forma lenta, gradual, pero imparable.

28 de octubre del 2023
Categoría: Para el cole
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